Breve Biografía inútil

Arístides H. Consomé, nació circa ppios del inicio del siglo XX en pleno estío de alguna zona incierta del país. De niño cultivó el arte de la oratoria y algunos porotos en germinadores escolares. Joven aún, partió a la ansiada Metrópolis en busca de estudios superiores y minas. Accedió a los más altos niveles universitarios, sobre todo cuando sesteaba en la terraza del Rectorado.




Con entrega y otros condiscípulos, recibió finalmente la Licenciatura en Recursos de los Humanos en 1962, logro que festejó en la ciudad de La Plata conjuntamente con los hinchas de Gimnasia y Esgrima que habían obtenido el tercer puesto en el campeonato Oficial de Fútbol de Primera A.




La cátedra, la investigación, la palestra, la imprenta y el debate no lo tuvieron como actor destacado y enérgico. Su voz, nunca tan necesaria en la hora argentina de la desesperanza y el desasosiego, tiene hoy particular brillo, ritmo y esplendor si no por su verdad al menos por su apariencia,




Estas son algunas de las reflexiones y enseñanzas que el Licenciado ofrece a los desafortunados lectores

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sintética y Tetrangular Historia de la Humanidad

Probablemente por la influencia de las voluminosas ediciones de la Historia Universal tanto de César Cantú como de Charles Seignobos, el Licenciado Arístides Consomé hubiera elucubrado desde su más tierna juventud una visión diferente sobre el tema. En una ocasión dejó entrever la lógica de sus magníficos postulados, pero justo nadie estaba mirando. De todos modos, el siguiente es el texto rescatado donde algo dijera.




Parece que en sus cursos de filatelia y numismática asirio-babilónicas, a nuestro déspota Sr Director le fue bastante bien con la monografía que presentó sobre Correspondencia epistolar entre Nippur de Lagash y Gilgamesh, el Inmortal, siguiendo mis jugosos consejos del número anterior. Por lo que el tipo, bien avivado, ahora me pidió que le redacte una breve historia de la humanidad. ¡Ja! Como si fuera tan sencillo…
De todos modos, como me prometió aumentarme el salario, pagarme los aguinaldos 2004/2005, y suscribirme sin costo a esta hermosa publicación, me pareció que me encontraba moral, ética, filosófica y boquensemente comprometido con dicho cometido. Por lo tanto ahí va mi…
Vera Historia de la Humanidad
Nunca comprendí bien a ciencia cierta por qué mis viejos profesores de Historia se empeñaban en que recordáramos fechas, nombres, acontecimientos y/o procesos para que aprendiéramos bien lo acaecido, cuando muy tempranamente descubrimos que la cosa era siempre la misma: un ñato o ñata que tenía la sartén por el mango (“y el mango también”) y que se calentaba con algo o alguien. Acá “calentaba” está usado en su doble acepción lunfarda: enojarse y excitarse, y entonces el ñato (o la ñata) le daba para adelante y hacía bosta algo o alguien para satisfacer sus deseos.
El que se dio cuenta primero de esta cuestión fue el gallego Paquito (no en vano llegó a gerente de banco) que se había armado un relato estándar y que con cambiarle algún dato para actualizarlo (nombre, época, país, esas cosas…) aprobó sistemáticamente la materia Historia durante todo el bachillerato… él sostenía que a la Historia no había que analizarla, sino sintetizarla…
Por ello, continuando sus enseñanzas tempranas va ahí —corregida— mi segunda versión de…
Vera Historia Sintetizada de la Humanidad
Podemos compendiar todos los sucesos habidos desde el inicio de la Historia hasta que finalice (obsérvese que la teoría posee valor profético, no sólo testimonial) reuniendo exclusivamente cuatro muebles: silla, mesa, cama y llave (estará seguramente algún lector confrontativo que se esté relamiendo diciendo: “¡Ah! ¡Te agarré Licenciado Las Pelotas! La llave es un adminículo, no un mueble!!!”. Pero, bueh!, como estoy obligado al apostolado cibernético, recordaré que mi clasificación responde a la pura etimología de la palabra mueble: todo aquello que se puede mover. ¡Y no me van a decir esos paspados que me critican que una llave no se puede mover!! ¡Por Dios que no existe! Trataré de calmarme y proseguir… ya que mi finalidad era didascálica y no épica.
Decíamos que esos 4 muebles reúnen todo lo necesario para sintetizar la evolución y posterior desarrollo humano:
La silla: el ñato (o la ñata) cuando se sientan es porque están ejerciendo algún tipo de poder = poder descansar, poder pedir que le alcancen algo, poder de no estar obligado a quedar parado. Es decir, la silla marca la división clasista de la humanidad entre los que están sentados (y son poderosos) y los que tienen que estar parados (los giles que laburan). Esta jerarquización es incontrastable en varios ámbitos: en el ejército por ejemplo, la caballería tiene más poder que la infantería, por el simple hecho de que en la primera el ñato está sentado sobre el lomo del caballo! Es evidente… veamos en el ámbito del trabajo: el jefe está sentado en su despacho, y el empleado? ¡tiene que pararse para ir a verlo! En la religión: el Papa aparece sentado frente a la feligresía que se le hinca de pie, queriendo decir precisamente:”Mi amadísimo padre, tú eres poderoso porque estás sentado, y yo quisiera ser como tú, pero no puedo…”. Inclusive hay una escala de jerarquías entre las sillas: no es lo mismo una silla de cocina, que un trono, un sillón de sala de espera, una mecedora de anciano… cada clase social reivindica en secreto la forma ideal para sus posaderas. Además, la evolución trajo sus variantes: ¿qué es un auto, si no una silla con ruedas? Y de ahí al tanque de guerra, un solo paso…
Pasemos a considerar el 2ª mueble: la mesa. Sobre la mesa se come, por ende es el mueble por excelencia que sintetiza la satisfacción de las necesidades básicas alimentarias, vitales en todo proceso cultural. Si hay mesa, hay cultura pujante. De mesa proviene misa, y fíjense qué importante es la cosa, que este dato nos permite redescubrir que el morfi en la mesa adquiere la condición de elemento de altar, de santuario. ¡Una milanesa con papas fritas es un objeto digno de culto! Y efectivamente, la realidad nos lo confirma día a día. En la mesa morfo, escribo, juego: tres productos esenciales en el proceso antropológico. Los tres implican el ejercicio de un poder, de un dominio y de una displicencia (no sé bien qué quiere decir, pero qué lindo queda…!). En el primero, me como al mundo; en el segundo, resumo al mundo en un papel; en el tercero, me lo tomo en joda. Si eso no es poder…  La mesa, como hemos visto, también tiene su escala jerárquica: altar (cimiento de las religiones), mostrador (base del comercio), escritorio (fundamento de la administración), estrado (razón de ser de la justicia, tabla (eje de la arquitectura y la construcción), pupitre (yugo de la educación), la plataforma (base del teatro y su evolución), tarima (mesita que inventó Bush y copió Menem y sucedáneos para hablar por tv), etc.
Continuemos ahora con el tercer mueble: la cama. En la cama no es poco lo que se puede hacer: nacer, morir, y descansar. No faltarán los tendenciosos refutadores que querrán recordarme que la cama también es para hacer el amor, pero si recordamos que el afán de esta Historia de la Humanidad es la búsqueda de la síntesis, se podrá observar que en la combinación de las tres acciones que he mencionado ya está presente dicha conducta dual: no se podrá negar que hacer el amor es un ejercicio en el cual uno cree morirse para nacer conjuntamente, además que requiere de una etapa previa no obligatoria de cansancio, para complementarla con una obligatoria (y placentera) de descanso. Pues bien, refutados mis refutadores, prosigo. La cama reúne los tres ejercicios de poder político más notables: “acá estoy”, “acá no estoy”, “acá estamos, pero no estamos para nadie”. Nacer y morir son dos problemas políticos efectivamente, son los puntos extremos de los problemas que nos puede plantear la polis. Ahora bien, en el caso del descansar, la cosa es más compleja porque se conecta directamente con lo económico: “si quiero dormirme una siesta y puedo hacerlo es porque tengo guita, giles!” nos dice quien haya acumulado plusvalía para aprovecharla a las tres de la tarde.
Un breve acápite para la mesa y la cama. Nótese que ambas tienen muchos aspectos en común: detentan ciertos poderes, tienen jerarquías, cuatro patas, una altura que las aleja de la superficie terrestre, merecen ser cubiertas con una manta o un mantel. Pero esas coincidencias no deben engañar al estudioso del tema, puesto que son muebles incompatibles entre sí, y no sólo para no efectuar conductas de una sobre la superficie de la otra —que en definitiva no sería más que aguzar el ingenio y la acrobacia— sino para descubrir el momento de perigeo, de descomposición, de decadencia de cualquier cultura en cuanto se mezclaron estos muebles. Una prueba nuevamente irrefutable consiste en ver cómo el Imperio Romano empezó a caer carcomido por sus propias limitaciones cuando para satisfacer las demandas ergonométricas de sus banquetes y bacanales inventaron los triclinios, es decir una cama donde se morfaba, se chupaba y se… nacía/moría, ¡ahí se les vino todo abajo!
Por fin, la llave. Ínfimo artículo de posesión íntima; extraño objeto que cuando se la usa se la oculta y, cuando no es necesaria, se la exhibe, pendiente de un llavero. De todos los muebles apuntados, es la que mejor sintetiza el proceso capitalista de la evolución. Esa breve cosita es el hito filosófico de la propiedad no sólo privada, sino además individual: uno solo y solamente puede usar la llave que allane el paso ya sea para ingresar, para salir, para tomar alguna prenda allí guardada… El que tenga la llave tiene la clave del sistema económico, será el dueño de los reales límites geográficos entre los individuos. Las llaves también se van jerarquizando y han sufrido su evolución: llave maestra no es lo mismo que una llave estándar, ni las intenciones de una ganzúa serán las mismas que las de un candado, que no es más que una cerradura portátil. El ariete fue la llave de los bárbaros que querían entrar y no los dejaban, las llaves del auto son además talismán sexual, y por último, están las tarjetas magnéticas que son las no-llaves para las nuevas no-cerraduras de los nuevos no-lugares, pero que si no las tenés no abrís ni la puerta para ir a jugar…
Debo abandonarlos porque me veo obligado a salir corriendo para cerrar la llave de paso porque se me está inundando la cocina…

1 comentario:

lamaru dijo...

Excelente, licenciado! me levanté de mi cama solo para sentarme a leerlo. gracias por iluminarnos con sus pensamientos. debo confesar que tengo en mi mesa el diccionario, es que hay algunas palabras demasiado elevada para mi nivel. lo dejo, es que debo recordar el password de mi correo, sabra ud. si él no puedo acceder a las informaciones. atte.